lunes, 20 de julio de 2009

¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación?


En los últimos tiempos la palabra "innovación" ha cobrado bastante exposición y notoriedad en el medio educativo. Diversas publicaciones, expertos -y no tan expertos- se encuentran utilizando el término cotidianamente. Sin embargo, para que el término posea vigencia y real sentido y no caiga en modas tan frecuentes de nuestra época, es necesario que nos detengamos un momento para reflexionar sobre lo que estamos entendiendo por innovación y en donde radica su importancia.Empecemos por aclarar un poco el panorama respecto al significado de la innovación en educación.


Todas las políticas y líneas de intervención que se discutan y decidan sobre el tema van a depender de cómo se está entendiendo la innovación. Parece ser una cuestión demasiado evidente pero nos puede sorprender con qué facilidad podemos adoptar y asumir una terminología sin delimitar previamente su conceptualización. ¿Qué entendemos entonces por innovación?La palabra innovación forma parte de nuestro vocabulario cotidiano y nos remite inmediatamente a algo novedoso, una idea creativa, original y distinta.


Sin embargo, el constructo "innovación" introducido en el ámbito educativo ha adoptado ciertas características y aristas que a continuación vamos a desarrollar. Pero antes de embarcarnos en esta tarea de aproximación al campo de la innovación, detengámonos un momento para preguntarnos por qué aparecen y cobran fuerza determinados términos -como en este caso "innovación"- en momentos específicos. La respuesta se encuentra justamente en ese momento y contexto social: son las nuevas demandas del entorno las que nos plantean la necesidad de repensar e introducir una definición o constructo nuevo, ya sea para describir, explicar o plantear otras formas de aproximación a la necesidad o demanda encontrada.


Tomando en cuenta la variable "contexto" podemos afirmar entonces que en el plano educativo llegamos a una etapa en donde se destacaba la importancia de proveer de una mayor autonomía y rol protagónico al centro educativo.


De ahí se desligaba fácilmente la necesidad de que cada centro educativo tuviera poder de decisión para proponer nuevas formas de hacer las cosas, tanto en el plano pedagógico como en el institucional, que respondiera a sus demandas y expectativas. Es así que, junto con la mayor capacidad de decisión y libertad de los centros educativos, el haber experimentado y desarrollado nuevas corrientes pedagógicas y los continuos avances científicos y tecnológicos propios de nuestro tiempo, se inserta el término innovación en el campo educativo.


La innovación se entiende, en líneas generales, como los cambios cualitativos y sustanciales que se producen desde el interior de el centro educativo para generar o potenciar las competencias de los agentes educativos. Está dada entonces a partir de sus propios actores respecto a aspectos pedagógicos (prácticas docentes, currícula, materiales, etc.) hasta aspectos organizativos de el centro educativo.


Estos cambios que se introducen por el propio centro educativo son entonces intencionales y deliberados, con la finalidad de revertir una situación que no esté funcionando bien u optimizar otra ya existente. Sin embargo, para introducir estas nuevas propuestas se necesita de un tiempo de maduración en el cual se investigue y se ponga a prueba los nuevos métodos o procedimientos.


De ahí el importante y estrecho vínculo entre investigación e innovación. De esta manera, la innovación pretende validar formas más eficaces de llevar a cabo las acciones en el centro educativo. Utiliza una metodología de ensayo-error para introducir un elemento nuevo en el sistema y así experimentar sus efectos, potencialidades y limitaciones.


Requiere entonces de estudio e investigación por parte de los mismos docentes sobre la acción educativa pues un aspecto implícito en la innovación es el concepto de mejoramiento continuo. Por otro lado, el aspecto afectivo-motivacional posee bastante relevancia en todo proceso de innovación.


Si los miembros de el centro educativo no se encuentran sensibilizados respecto a la importancia de la innovación en la educación, entonces pocas propuestas van a ser experimentadas y validadas. No se trata entonces de un pequeño grupo de docentes o de un proyecto para afirmar que un centro educativo es innovador. Éste sería el inicio o el germen pues depende de que los miembros de la comunidad educativa hayan interiorizado en su real dimensión el término innovación y lo plasmen en las distintas líneas de investigación y acción que se propongan desarrollar.


La situación ideal sería entonces que el centro educativo como unidad pueda desarrollar una cultura de investigación, innovación y mejora. Este ciclo, teóricamente, estaría asegurando formas creativas de afrontar y solucionar las dificultades encontradas en el centro educativo en busca de una mejora continua. Esbozo de una propuesta de trabajo El área de innovaciones en nuestro medio es de reciente data.


La estrategia empleada ha sido el lanzamiento de dos concursos a nivel nacional de centros educativos de educación secundaria para proyectos de innovación en gestión pedagógica y un concurso para las propuestas de gestión institucional. Si bien el aspecto del estímulo a los centros educativos es necesario considerando nuestro contexto, creemos que no es el único factor a considerar para desarrollar una línea sostenible que fomente innovaciones.


Hay que considerar, en primer lugar, la formación de nuestros actuales y futuros docentes en una cultura de la innovación. Esto implica desarrollar en ellos capacidades básicas en cuanto a métodos de investigación, capacidad de análisis y síntesis, criterio amplio y razonamiento flexible, por mencionar algunas características. Paralelamente, se pueden desarrollar y afianzar Unidades de Investigación e Innovación en los centros educativos, los cuales se dediquen a responder a las problemáticas cotidianas encontradas dentro del aula, como también en la estructura y organización de el centro educativo.


Estas Unidades pueden estar conformadas tanto por docentes como también por los mismos estudiantes. De esta forma los resultados de la investigación conjunta realizada en la misma escuela redundarían en el planteamiento de nuevas propuestas para ser experimentadas. Sería recomendable asimismo la formación de redes o vínculos entre los centros educativos más cercanas así como también con organizaciones privadas o estatales interesadas en el área de las innovaciones, como ONG´s, universidades, institutos, etc.


Esta modalidad reforzaría el trabajo participativo y cooperativo entre instituciones que compartan las mismas dificultades, lo cual facilitaría soluciones más asequibles en menor tiempo. En última instancia podemos mencionar la tarea de sensibilización frente al tema, la misma que debe ser trabajada no sólo a nivel de escuela, sino de sistema educativo.


Esta interiorización de lo que implica la innovación para los distintos actores educativos va a constituir el soporte sobre el cual las estrategias que se implanten puedan tener éxito. Finalmente agregaríamos que para que un sistema funcione debemos considerar no sólo los elementos que la conforman sino todo el sistema en sí. Desde esta perspectiva, consideramos importante tomar en cuenta estos aspectos mencionados pero enmarcados dentro de la concepción de lo que busca y se propone la educación peruana.


Esta tarea entonces se encuentra pendiente y depende del consenso entre autoridades, expertos, educadores y comunidad educativa en general.


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